Juan Raggio. CLARIN.
La herramienta más versátil del campo incorpora motores más amigables con el medio ambiente y prestaciones que hacen más simple su manejo en las tareas diarias.
En el 2050 se
producirá el doble de alimentos con una reducción de recursos disponibles en la
actualidad, es decir menos tierra cultivable y menos recursos hídricos, así lo
afirman desde el IICA, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura.
Y ese es el desafío que la agricultura tiene por delante, ganar eficiencia y respetar el ambiente.
Y la maquinaria agrícola es protagonista en esta problemática, y los cambios
que se observan en ella, permiten afirmar que la evolución se encuentra en
franco proceso.
En el caso del
tractor ello se evidencia en motores más eficientes en el consumo de
combustible, y en la transformación de la energía química guardada en las cadenas hidrocarbonadas del combustible,
en energía mecánica, hidráulica y eléctrica. Y con gases de escape cada
vez más limpios, menos contaminantes logrados por caminos como el EGR (exhaust
gas recirculation que reciclan gases de escape enfriados) y el SCR (selective
catalytic reduction que inyectan urea el escape). También aparecen motores
que consumen biogas en lugar de
gasoil o de biodiesel (el B7 con el 7% de aceite permitido por ley
en Argentina).
El biogás o
biometano, compuesto en mayor parte por metano (carbono hidrógeno cuatro, CH4)
y CO2, es producto de la fermentación anaeróbica de diferentes residuos como
las heces de las vacas. También el biogás puede provenir de la fermentación de
restos alimentarios, residuos de tambo, feedlot, y restos de cosecha producida
en el mismo establecimiento de campo en el que trabaja el tractor. En este
último caso, la emisión de CO2 es
prácticamente nula. Así, se irá por el camino de las granjas
autosostenibles desde el punto de vista energético.
En los tractores modernos son cada vez más usadas las transmisiones sin
escalonamiento de marchas que pueden ser hidráulicas, mixtas o mecánicas.
Por otro lado, la
evolución no termina en el motor. El tractor hoy es el centro de operaciones de
siembra, de cosecha de granos, cosecha de forrajes, tareas de cultivo como
pulverización y fertilización. Suministra raciones por un lado y por otro
empuja, levanta, arrastra, trae y lleva. De vez en cuando hace alguna tarea de
acomodamiento de tierra. Para ello se precisan transmisiones y sistemas
hidráulicos que respondan a esa demanda de prestaciones.
En el caso de las
transmisiones, evitar o minimizar las pérdidas de tiempo en cada tarea es cada
vez más importante. En tal sentido, se van dejando de lado los tiempos muertos
que se producen en el trabajo, cuando el operador requiere cambiar la velocidad
en función a una modificación notable en la carga arrastrada. Es decir, en los
tractores corrientes hacer un cambio de marcha frecuentemente significa perder
avance por unos minutos. Si ocurre en siembra, el proceso es que se levanta la
máquina para cambiar de marcha y se vuelve a arrancar. En los tractores
modernos que van desplazando a los existentes, son cada vez más usadas las
transmisiones sin escalonamiento de marchas que pueden ser hidráulicas, mixtas
o mecánicas. Lo importante es que no se detiene el avance para hacer un cambio
de velocidad, no se pisa el embrague y por ende no hay interrupción de
movimiento a las ruedas. Ello lleva a un ahorro importante de tiempo y de
combustible. Por otro lado, al aprovechar mejor el tiempo de trabajo, se llega
más fácilmente a realizar las operaciones en el tiempo justo que permite
maximizar los resultados. Asimismo, las transmisiones sin escalonamiento de
marchas, ofrecen menos oportunidades de romper o dañar engranajes por fallas o
errores de manejo, o sea son transmisiones más confiables.
En el caso de
operaciones que demandan un cambio de sentido del movimiento de manera repetida
en el tiempo, como por ejemplo la carga de mixers en los patios de comida de
los tambos y feedlots con la operación de la pala frontal, o bien la
distribución de silaje en el silo bunker o en el torta, las transmisiones con
“reversor de movimiento” son de fundamental importancia. Ellas permiten el
cambio de sentido de movimiento, sin utilizar el embrague, con lo cual este no
se rompe ni se desgasta prematuramente. Asimismo, son transmisiones que ofrecen
la misma velocidad en el movimiento de avance y de retroceso a fin de evitar
accidentes.
En el caso de los
tractores que trabajan en siembra, como cada vez se usan más las turbinas para
el manejo del flujo de aire para las unidades air drill y air planter, los
sistemas hidráulicos, son con bombas y utilizadores aptos para alimentar
caudales continuos de aceite, es decir, comandar los motores que mueven las
turbinas de conducción de semillas y fertilizantes. Ello, más allá de ser aptos
para comandar cilindros hidráulicos de control remoto para bajar y levantar
máquinas.
Otro aspecto de
la agricultura moderna es que cada vez más se cuida el suelo y debido a ello se
difunden cada vez más los sistemas de producción que conservan este recurso,
como la siembra bajo el rastrojo. Ello implica hacer la menor remoción posible
de suelo, lo cual lleva a tratar de controlar al máximo su compactación por
pisado de máquinas pesadas. Y el camino son los rodados de grandes dimensiones
y de baja presión, por un lado y el control del tráfico agrícola por el otro. Los
neumáticos de estructura radial y los tractores doble tracción, son recursos
que acompañan a reducción de compactación. La trocha variable, también es un
recurso de importancia en el sentido que permite elegir la trocha combinada con
los anchos de trabajo de los equipos, con el objeto de circular por la misma
huella de la pasada correspondiente a la operación anterior. Las orugas también
configuran un importante útil recurso al control de la compactación.
Estos son algunos
de los hechos que llevan a comprender cómo el tractor se prepara para servir en
los sistemas de producción de alimentos, cada vez más eficientes y respetuosos
del ambiente.