Consolidación y ausencia de marco regulatorio

El horizonte de la medicina privada

Este segmento del mercado de la salud no es, ni ha sido, ajeno a los avatares sociales, económicos y políticos que ha sufrido el país. Hoy, ya desaparecida la presencia de inversiones extranjeras, las perspectivas parecen más claras, aunque persisten antiguos problemas casi endémicos.

Casi 8% de la población del país está asociada a la medicina prepaga, un segmento de tres millones de personas, que se reparte, aproximadamente de la siguiente manera: OSDE, 1.100.0000 asociados, Swiss Medical y SPM Galeno, otro millón; y el restante entre Omint, Consolidar, Medicus, los hospitales de comunidad y algunas empresas del interior.
El gran proceso de consolidación en el mercado de la salud, se define en los años 90. Puede señalarse el año 1994, como el del fortalecimiento de unas empresas en detrimento de otras, cuando hacen su aparición en el mercado Exxel Group y Swiss Medical Group, entre otros.
Junto a este proceso, el gobierno, ese mismo año, promulga la ley 24.455 de cumplimiento del Programa Médico Obligatorio –PMO– para obras sociales, que luego hizo extensivo a las empresas de medicina prepaga. En la misma línea, cinco años más tarde, el sector pasa a tributar IVA: 10,5%, las empresas y 21% los afiliados. Estas iniciativas fueron consideradas por sus protagonistas como un avance del Estado sobre los contratos privados y una iniquidad entre obras sociales y empresas de salud, ya que ambas deberían asumir las mismas obligaciones.
Diez años más tarde, la situación ha cambiado. Los capitales extranjeros que arribaron la década pasada buscando descubrir el tesoro que creían era la medicina privada, hoy, han hecho sus maletas y se han retirado. Y las de capital nacional, –fusionadas, compradas, aggiornadas– que han sobrevivido y se han consolidado a pesar de los avatares del mercado, continúan luchando en varios frentes: regulación del sector, PMO, presión impositiva y derrame de afiliados. Existen varios frentes que según analistas y referentes del sector bien pueden concentrarse en uno: es urgente la promulgación de una ley de salud –clara y universal– que incluya a los tres protagonistas del sector que son Estado, seguridad social y empresas privadas.
Federico Díaz Mathe, director ejecutivo de Cimara, –Cámara de Instituciones Médico Asistenciales de la República Argentina– señala: «Ya se ha consolidado el mercado. Los aventureros han desaparecido y si hoy tuviésemos que sentarnos a pensar cuáles son las grandes dificultades que el sector tiene son tres:

  1. Carece de un marco regulatorio. Hace quince años que estamos bregando para que haya una legislación que regule la actividad, que sea clara, justa y que contemple los derechos y obligaciones de las empresas y de los usuarios.
  2. Un PMO cada vez con más incorporaciones, sin clarificar su financiación. El dicho de que la salud no tiene precio, no es real. La salud tiene un costo, y alguien lo tiene que pagar.
  3. Por último, la imposibilidad de modificar las condiciones contractuales que tenemos con nuestros asociados. Si lo hacemos, llegan los inspectores de Defensa del Consumidor y los recursos de amparo».

El presidente de Ademp –Asociación de Empresas de Medicina Privada– Pablo Giordano, sostiene: «El divorcio entre el sector privado de salud y el Estado, se produce en los años ’90. Aunque en verdad, parece que nunca la salud fue un tema prioritario para el Estado, para lograr la integración de todos los actores, en toda la extensión del país. Las distintas gestiones, se basaron, o en el hospital público y la seguridad social, o en las obras sociales nacionales y provinciales. Al sector privado, que tiene 50 años en el país, no se lo trató de integrar nunca, sin pensar que estas tres patas –el Estado, las obras sociales y el sector privado– podrían mejorar la gestión en salud».
Marcelo Mastrángelo, presidente de Acami –Asociación Civil de Actividades Médicas Integradas– abre el espectro y señala: «Este es un sector que se ha manejado según las reglas del mercado y le ha ido muy bien, pese a tanto afán de regulación. De hecho los que han venido a buscar negocio fácil duraron muy poco tiempo, y fueron muy pocos los que quedaron (aunque este proceso generó un movimiento muy negativo para el sector). Pero el Estado sólo se ocupa de regular, supervisar y cuestionar lo que hacen un conjunto de empresas que atienden a 3 millones de personas, cuando existen 14 millones que ni siquiera tienen un plástico para su atención médica».

Prepagas chicas y grandes

Se estima que en los años 80, una empresa de medicina prepaga llegaba a su equilibrio cuando superaba las 3 o 4 mil cápitas. Para cuando comenzó el proceso de compras, adquisiciones y fusiones, el punto de equilibrio trepó hasta las 25 mil. Sin embargo, todos los referentes coinciden en que, si bien el mercado se ha polarizado, aún conviven pequeñas empresas con grandes actores que representan 40% del sector. Es que se trata de, conceptualmente, dos modelos de negocio totalmente distintos.
El titular de ACAMI añade: «el rol de las organizaciones no lucrativas no es un eslabón cualquiera en esta cadena, porque está ocupando el lugar de la salud pública –ineficiente e insuficiente– desde un lugar donde el sector comercial no entra porque no es negocio. Tenemos la misma capacidad instalada que la salud pública pero de manera privada, sin donaciones ni subsidios, pero además con todos los perjuicios que soporta la iniciativa privada. Por eso no deberíamos ser un eslabón neutro en esta cadena».

¿Hacia dónde?

El mercado de la salud parece haberse aquietado. En el nuevo universo del sector conviven pequeñas, medianas y grandes empresas; locales, zonales y nacionales; comerciales y sin fines de lucro. Aparentemente modelos tan disímiles comparten un problema básico: la desprotección –como unidad de negocio– frente al Estado, que no consulta a los protagonistas del sector; que propone un sinnúmero de normas que amplían y desvirtúan el concepto original de la ley; que no es consecuente en el control y que demora en poner en marcha un monitoreado sistema nacional de salud.
Frente a este panorama, la respuesta al interrogante: ¿Hacia dónde va el sistema privado de salud?, se resume en la posición del titular de Acami: «Me parece que el marco regulatorio debería ser lo más amplio posible, sin dejar lugar a engaños y transparente para el consumidor. Que pueda haber planes parciales, y que cada cual, de acuerdo a la gestión empresaria en que se ocupe, tome todos o algunos, o fije su estrategia, su capacidad instalada, su enfoque. Dentro de esa amplitud de menú, que cada empresa tome lo que necesita conforme a su gestión. Pero esencialmente necesitamos previsibilidad, porque no se puede hacer un plan si no hay un horizonte previsible».


Tres actores

Tres son las cámaras que representan al sector de la medicina privada. Una de ellas el la Cámara de Instituciones Médico Asistenciales de la República Argentina –Cimara–, que aglutina sanatorios y empresas de medicina prepaga y que nuclea hoy a las de mayor volumen. (Clínica y Maternidad Santa Isabel, Swiss Medical, Consolidar Salud, IADT, Medicus, Omint, Otamendi Miroli )
La Asociación de Empresas de Medicina Privada –Ademp– creada en la década de los ’80, reúne en la actualidad al segmento de empresas de menor tamaño, del interior e incluso mutualidades, que no son estrictamente empresas privadas puras. (CEMIC, COMI, SPM, Staff Médico, Programas Médicos, entre otros).
Por último, la Asociación Civil de Actividades Médicas Integradas –Acami– constituida por reconocidas organizaciones sin fines de lucro, diferenciadas de aquellas otras que establecen, exclusivamente, relaciones costo-beneficio, y que si bien cuenta entre sus filas a OSDE, es básicamente de hospitales de comunidad. (Fundación Favaloro, Hospital Alemán, Británico, Italiano, Clínica San Camilo, Mater Dei, entre otros).