Por Javier Rodríguez Petersen
Ya hay más de 25 millones de plásticos emitidos. Y los gastos hechos con tarjetas vienen aumentando a un ritmo anual de 46%. Un informe de Key Market analiza el sector, beneficiado por indicadores positivos pero también por otros que provocan incertidumbre. La poca oferta de créditos provoca que el pago en cuotas vía tarjeta constituya una herramienta de financiación.
La realidad económica de los últimos años viene mostrando una combinación de indicadores que apuntalan el crecimiento del volumen de mercado de las tarjetas de crédito, tanto en cuanto a la cantidad de clientes como en el consumo que se realiza a través de los plásticos. Por un lado, el aumento de los ingresos y la caída de la desocupación aumentaron el número potencial de usuarios y su capacidad de compra. Por otro, la inflación hace crecer los montos de las facturas. Y finalmente, el casi inexistente acceso al crédito convierte a las tarjetas en una importante y a veces única fuente de financiación.
En la Argentina, el consumo privado fue el principal movilizador de la actividad económica, incluso por delante de las exportaciones. Y en particular el consumo con tarjetas de crédito se incrementó a una tasa mayor al promedio: tomando como año base 2004, el Producto Bruto Interno (PBI) creció hasta fines de 2007 alrededor de 50%, algo por encima de las ventas en supermercados, pero el monto global de las compras con tarjetas de crédito prácticamente se triplicó.
Según un informe de la consultora Key Market, el crecimiento del mercado de tarjetas de crédito está dado por el incremento del consumo relacionado con un mayor poder adquisitivo promedio y una reducción de la tasa de desocupación. Pero, también, porque la poca oferta de créditos provoca que el pago en cuotas vía tarjeta constituya una herramienta de financiación. Y porque la inflación impulsa el mayor consumo. Y –único punto que atañe casi exclusivamente a los emisores de los plásticos– por las promociones que realizan las tarjetas.
Más clientes
Ese cocktail hizo que la cantidad de plásticos emitidos en todo el país pasara de 15,6 millones en 2005 a 20,2 millones en 2006 y a 25,6 millones el año pasado, lo que representa un salto de 64% en apenas dos años y muestra una marca superior a la que se había alcanzado durante la convertibilidad.
Del total de tarjetas de crédito que hay en el país, 66,4% fueron emitidas por las administradoras nacionales e internacionales vinculadas a entidades bancarias y financieras. La proporción se mantiene apenas alterada desde hace años, ya que el segmento de tarjetas no bancarias (particularmente de cadenas comerciales) ganó en participación menos de 1% desde 2005. Mientras que entre ese año y el año pasado los plásticos bancarios pasaron de 10,6 millones a 17 millones, con un crecimiento de 60,4%, los no bancarios aumentaron desde 4,9 millones a 8,5 millones, con un incremento de 73,5%.
Donde sí cambió la relación fue en la «adicionalidad», el coeficiente que mide la relación entre la cantidad de tarjetas y la cantidad de cuentas. Mientras el número de titulares aumentó de 10,3 millones en 2005 a 15,9 millones el año pasado, con un incremento de 54,4%, el de adicionales estuvo cerca de duplicarse al pasar de 5,2 millones a 9,6 millones. Hace tres años, 70% de las tarjetas pertenecían a titulares de las cuentas, mientras que hoy ese porcentaje cayó a 61%.
Proactivos
Según muestran los datos de la consultora, la obtención de la tarjeta de crédito se da básicamente por acciones proactivas de las emisoras. Del total de dueños de plásticos, 37% aceptó ofertas de bancos; 12% utiliza las tarjetas listas para usar que le fueron enviadas; otro 12% le dijo que sí a una oferta telefónica; 9% fue visitado directamente por un vendedor; 3% fue abordado en un shopping; 2% recibió ofrecimientos por carta y 1% tuvo una oferta de una tarjeta en un local comercial. Menos de una cuarta parte fue impresa por actividades que implican una acción por parte del cliente: solicitud de adicionales (10%), tarjetas por acuerdos laborales (9%) o pedidos telefónicos del usuario (5%).
Consumo
El mismo conjunto de variables que impulsó el crecimiento en el número de plásticos ayudó a que aumentara el consumo a través de las tarjetas. En 2005, los gastos del conjunto de los clientes sumaron $31.465 millones; entre ese año y 2006, crecieron 46,6% y llegaron a $46.135 millones; y para 2007 volvieron a incrementarse a un ritmo similar (45,7%) y alcanzaron $ 67.200 millones.
La acotada diferencia en el ritmo de crecimiento del número de clientes entre el sector bancarizado y el no bancarizado tuvo un correlato parcial en el consumo, ya que el del segundo grupo de tarjetas creció a un ritmo mayor. Mientras que los gastos con tarjetas emitidas por administradoras vinculadas a bancos y financieras crecieron de $23.879 millones en 2005 a $49.189 millones el año pasado, con un aumento de 106% en dos años, los de las no bancarias pasaron de $7.586 millones a $18.011 millones, con un incremento de 137%. Así, mientras en 2005 los plásticos bancarios reunían 75,9% del consumo, el año pasado representaron 73,2% de los gastos.
El informe de Key Market señala dos elementos centrales en el análisis del consumo global con tarjetas. Por un lado, el crecimiento de las tarjetas de crédito no bancarias que apuntan a un segmento de ingresos más bajos y especialmente a la población no bancarizada del interior del país. Y, paralelamente, el impulso que registró el segmento corporativo, en el que pesan los gastos de viaje y representación, la inversión en insumos, el pago a proveedores y las compras a grandes empresas.
Estructura del gasto
Durante el año pasado, los aumentos más importantes en el consumo a través de tarjetas de crédito fueron en artículos para el hogar (crecieron 72% desde 2006), supermercados (60%), indumentaria (51%), viajes y turismo (45%), transporte (43%), restaurantes (35%), servicios (32%), hipermercados (30%), combustibles (25%) y líneas aéreas (20%).
Las diferencias de conductas modificaron parcialmente la estructura del consumo en tarjetas de crédito. Como hace tres años, la mayor parte corresponde a híper y supermercados, servicios e indumentaria, aunque con ligeros cambios provocados por el crecimiento de otros ítems de consumo.
En 2007, híper y supermercados reunieron 17,9% de los gastos con tarjetas (frente a 30% de 2005), mientras que el pago de servicios representó 16,9% del consumo (21,8% hace tres años) y la indumentaria, 14,9% (8 décimas de punto porcentual por encima de lo que había significado en 2005). El de artículos para el hogar fue uno de los rubros que creció en la torta de consumo (pasó de 6,3% a 8,9%) mientras que otros gastos representaron partes menores (combustibles, 4,6%; líneas aéreas, 2,4%; restaurantes, 1,8%; viajes y turismo, 1,3%; transporte, 0,6%).
Según la consultora, el promedio mensual de gastos con tarjetas de crédito el año pasado fue de $590 para el conjunto del sistema; ese valor representaba algo más de una cuarta parte del ingreso medio de una familia. Claro que las cifras y el peso en el presupuesto varían según el segmento socioeconómico: en el ABC1, el gasto mensual promedio fue de $1.070 que, sin embargo, representaban «apenas» 16% de los ingresos; en el C2/C3, caía a $520 que en la media del segmento implicaban una quinta parte del total de dinero disponible por mes; en el D1/D2, el consumo mensual con tarjeta fue de $425 (casi una tercera parte de los ingresos); y en el E, de $190 (algo más de una cuarta parte del dinero disponible).